La flor de muerto parte indisoluble de la celebración del día de todos los santos y la conmemoración de los fieles difuntos,posee importantes propiedades curativa
Por :Lérida Acosta de la Luz
La flor de muerto, se considera originaria de México y América Central, donde se sembraba por los indígenas antes de la llegada de los colonizadores y desde allí pasó a los monasterios de África y Francia; Emérita Moreno y colaboradores enmarcan su llegada a Cuba en 1796. Se siembra en los jardines como planta ornamental y para adornar parques y avenidas. Su cultivo comercial la clasifica como flor relativamente corriente de poca demanda, pero a pesar de ello se cultiva con cierta masividad para su expendio en establecimientos comerciales donde por la coloración de sus flores amarillo claro, amarillo oro o naranja se emplean como relleno en trabajos de mediana clase o donde lo exige su color y mayormente en arreglos de honras fúnebres.
Se cita que para los antiguos mexicanos la flor de muerto estaba muy relacionada con los cultos religiosos; hoy forma parte indisoluble de la celebración del día de todos los santos y la conmemoración de los fieles difuntos, festividades cristianas en las que con ella se cubren las tumbas y se adornan los altares domésticos donde se hacen ofrendas a los muertos de la familia.
El pueblo con frecuencia la sembraba en los cementerios de donde le viene su nombre común y su filiación a la trilogía de las divinidades vinculadas con el fenómeno de la muerte: Oyá, que guarda la puerta del cementerio; Obba, figura excelsa del mundo de los muertos, vive en el cementerio, guarda las tumbas; Yewa dueña del cementerio. Por esta misma razón se le considera muy beneficiosa en baños y despojos para alejar los malos espíritus y los sueños e idea de la muerte en las personas obsesionadas con ella .
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